formando trenzas de
alambre,
donde ni siquiera se
avistan
los siervos del hambre,
pajaros espinos que
insistan,
en llorar y quejarse.
Se deslizan por la senda
encrucijada de destinos,
conectando la via
perfecta
sin piedras en el camino
donde al final tropieza,
con todos los
sinsentidos.
Mientras, la agonía se
clava,
azabache el sonido del
caudal
mostrando alaridos del
alma,
que tanto grita y gusta
llorar,
que tanto duele, y no se
calma.
La Dama de los Cuervos
(22:12h.) 18-05-2013